Guillermo
Fariñas, El Coco para sus amigos, y así le llamo porque aún cuando él, seguramente, ni
sabe que existo, yo lo he seguido en sus huelgas de hambre, en sus entrevistas,
y ahora tuve la suerte de verlo en la sala de mi casa, en el programa de Jaime
Bayly, claro. Pues este sencillo hombre, de procedencia humilde, que transitó
admirablemente hacia una disidencia abierta
y sin envolturas, víctima de ofensas, de incomprensiones, de
incredulidades, tiene de nuestra parte toda la admiración y el apoyo. Confieso que hace mucho no sentía emoción
ante los temas políticos de la Isla, pero cómo no estremecerse ante ese cuerpo dañado,
frágil, delgado, que sólo se mueve porque su dueño posee una de las voluntades más impenetrables de la
historia de Cuba. Sus palabras al recibir
el premio Sájarov, fueron muy claras, dijo
que en “Cuba cambian cosas para que no cambie nada”, porque Fariñas sabe
que el gobierno castrista está tratando de jugar, de manipular, tanto a los
gobiernos de Estados Unidos y de otros países, así como a la propia oposición
interna, haciendo pequeñas reformas, porque el cambio de verdad no lo van a
admitir nunca de buena voluntad , que es la implantación de un sistema
democrático donde se empiece por la elección del gobierno como un acto de pura
voluntad popular. Esperemos que la posición y el convencimiento de Fariñas
pueda extenderse hacia los opositores y que no se dejen convencer por una silla
en el capitolio, como se rumora por ahí que son las intenciones de los Castro y
que mantenga firme sus palabras también pronunciadas ese mismo día en que
recibió el premio: “Cuba será libre no porque el gobierno lo quiera, sino
porque el pueblo así lo decide”.
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